La importancia del vestido para la novia

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Siempre se ha dicho que existen tres días muy importantes en la vida de una mujer: el día que se enamora para toda la vida, el día que da a luz a su hijo… y el día de su boda.

Y realmente es así.

Hoy, vamos a centrarnos en uno de esos días en concreto que hacen más feliz a una mujer, el día que más ansía desde que se enamora: el día de su boda.

 

Historia del matrimonio desde su aparición hasta la actualidad

Cuando hablamos de matrimonio, hablamos de una costumbre social en la que dos personas (ya sean del mismo sexo o no) deciden unir sus vidas para siempre porque se aman y porque han decidido pasar el resto de sus vidas con la otra persona, en las buenas, en las malas y en las medias. Es acto de amor totalmente reconocido y consolidado que establece una unión, un lazo entre personas que está totalmente afianzado en normas legales, religiosas y morales.

El matrimonio es una costumbre arraigada a cualquier país del planeta. No solo se da en los países del primer mundo, sino que engloba a todo tipo de personas: desde las más pudientes hasta las que, por desgracia, no disponen de poder adquisitivo.

Pero no siempre ha sido así. El origen del matrimonio se remonta a la antigua Mesopotamia, en el 4.000 a.C, donde era una cuestión puramente interesada: yo te entrego a mi hija, tú me das tierras (poder adquisitivo, o lo que tocase). De hecho, en muchos países y culturas del mundo, hasta hace relativamente poco tiempo, las mujeres no tenían poder para elegir a su marido. La mayoría de los matrimonios eran concertados y tenían detrás una serie de interesas para con la familia, casi siempre económicos o de salud (donde la mujer cuidaba a su marido, a sus hijos… e, incluso, a la madre del novio y a la suya propia).

Fue durante el Imperio Romano que esto empezó sutilmente a cambiar, y ya no era tanto por tierras… sino por descendencia. Ya no se entregaba a la hija  a cambio de poder adquisitivo (que, por supuesto, también sucedía). Ahora se entregaba para preservar la sangre, para que un hijo naciese de la unión y continuase con la familia.

Durante la Edad Media, pasó a ser una cuestión estructural. Debido a que la Edad Media se basaba en un sistema puramente feudal, existían clases sociales inamovibles (si nacías en un estatus social, no podías moverte de él): clero, nobleza y campesinado (además de artesanos y esclavos). El matrimonio en esta etapa pasó a ser llevado por la Iglesia, gracias al auge religioso. Por primera vez en la historia, el matrimonio (hasta entonces civil) pasa a tener un nuevo concepto moral y religioso a ojos de Dios. Gracias a las uniones matrimoniales, aumentaba el poder y el patrimonio (territorios, alianzas entre familias, herederos…).

Sería durante el Romanticismo (etapa donde los sentimientos adquieren gran importancia), cuando se consolida la concepción matrimonio – amor y sentimientos, lo que se aleja muchísimo de los intereses económicos y de poder arraigados hasta entonces durante todos los siglos anteriores.  Gracias a esto, la posibilidad de poder elegir a tu pareja empieza a surgir, porque la importancia del amor se impone a la importancia del poder y la economía. Es durante esta etapa donde la mujer empieza a poder tener el derecho de elegir con quién quiere unirse en santo matrimonio… y es donde empieza la tendencia de escoger cómo organizar las boas a gusto de la pareja.

 

Tradiciones en las bodas: no ver el vestido antes de la fecha clave

No hay duda: cuando alguien piensa en matrimonio, automáticamente piensa en lo mismo: flores, invitados, convite, lugar de celebración… y, por supuesto, ¡el vestido que la novia va a llevar!

No hay momento más bonito e inolvidable en una boda que cuando la novia entra en el Ayuntamiento o en la Iglesia y los invitados y el mismo novio pueden ver, por primera vez, el vestido que la novia ha escogido para ponerse frente al altar. ¡¡Sobre todo para el novio!! Porque existe una tradición que lo dice: ¡el novio no puede ver el vestido de la novia hasta el día de la boda, porque trae mala suerte!

Esto surge durante la Edad Antigua, donde, como ya hemos explicado, los enlaces eran por pura conveniencia. Debido a que los matrimonios eran totalmente concertados, el novio no veía el traje de su futura esposa hasta el día de la boda. Pero no solo el vestido: a la novia tampoco la conocía hasta el marcado día. No sabía con quién se iba a casar hasta que la mujer entraba por la puerta de la Iglesia.

Hoy en día, se ha mantenido la tradición no de ver el vestido de la novia hasta la boda, una tradición bonita y sencilla que hace brillar los ojos del novio con ilusión y, digámoslo, lágrimas de amor.

De ahí reside a importancia que la novia le da a su vestido: escoger el vestido perfecto, la mayoría de las veces pensando en la cara que va a poder su prometido y futuro esposo cuando la vea de repente entrar por las puertas. Todas lo hacen por la cara de ilusión y enamorado que va a adquirir el novio cuando la vea entrar. Porque, en esencia, es el momento que todas las novias esperan, además del “sí, quiero”.

 

Otras tradiciones

Existen otras tradiciones no tan importantes en sí como el vestido, pero que, igualmente, todas las novias cumplen a rajatabla:

  • Llevar algo viejo. Esto es para representar una conexión espiritual con tu pasado, donde conociste a tu pareja y a la cual ahora te entregas. Es el nexo de unión de lo pasado con la vida que aceptas.
  • Llevar algo nuevo, que suele ser el vestido. Representa todo lo contrario: es aceptar y consolidarse en el futuro que está por llegar con tu pareja, aceptar ese nuevo futuro juntos que está por llegar y que, al decir “sí”, aceptas vivir junto a él durante toda tu vida.
  • Algo prestado, simboliza la amistad. Porque para la novia es muy importante mantener en su vida las viejas alianzas… de donde ha surgido el amor más puro. Porque, antes de ser tu novio, fue tu amigo. Por lo tanto, mantener esas relaciones pasadas es tan importante como la unión que surge ese día.
  • Algo azul. El azul representa la fidelidad del matrimonio, el amor y la pureza. Sabiendo esto, podemos comprender perfectamente de dónde nace esta tradición: de la necesidad de mantener la fidelidad en el matrimonio en el que te aventuras, de mantener ese amor y esa inocencia pura que os unió y que os ha llevado hasta este día tan bonito.

Por supuesto, no todos los que se casan cumplen con las tradiciones… pero considero que es algo bonito de mantener, no por necesidad, sino por amor a tu pareja.

 

¿Cómo escoger tu vestido de novia perfecto?

Desde La Pepa Caliente, especialistas en vestidos de novia, nos han comentado que la importancia de la forma del vestido no depende de qué tipo de cuerpo tengas en sí, sino de la ilusión y los gustos que tenga la novia.

Porque no solo existe un vestido de novia, existe una variedad tan amplia que puedes casarte como quieras.

Yo, por ejemplo, el día de mi boda NO me casé de blanco: me casé de rosa. Y no porque no quisiera llevar un vestido de novia, ¡porque lo era!, sino porque el rosa es mi color favorito… y porque, cuando conocí a mi pareja, llevaba un traje rosa. Quise mantener ese simbolismo, ese nexo de unión… y dos amigas invitadas a la boda me regalaron un precioso traje rosa de corpiño con brillantes rosas y plateados con una preciosa falda larga con varias capas de tela rosada de crepé.

 

¿De qué depende tu traje de boda ideal?

De ti. Ni más ni menos que de ti.

  • Color. Porque aunque la tradición de años y siglos diga que la novia siempre va de blanco, eso ha cambiado con el paso de los años. Ahora puedes encontrar, en cualquier catálogo de bodas, colores tan diversos que te sorprenderán: ¡incluso negro! No se trata de que la tradición diga que sea blanco, se trata de que tu día especial eliges TÚ, y que ha de verte preciosa con el vestido que elijas. Y si quieres un traje rosa, negro, verde o satén, ¡cómpratelo y disfruta del día más importante de tu vida!
  • Forma de escote y de vestido. Antiguamente los vestidos cubrían casi la totalidad del cuerpo por ocultar la figura femenina a los demás. Enseñar más carne de la cuenta era irrespetuoso, ¡y mucho más en una boda! Por eso, los vestidos de novia eran largos, apenas sin escote y con mangas largas. Hoy día no tiene por qué ser así: existen trajes con falta corta, sin mangas, con escote pronunciado… Y, al igual que con el color, se trata de que en tu boda seas la más feliz del mundo, porque es tu día, de nadie más. Si quieres llevar un vestido de falda corta, en forma de tubo y con escote en V, ¡hazlo! Porque vas a ser la más feliz del mundo con el tipo de traje que escojas.

 

Y, ante todo… sé feliz el día de tu boda, escojas lo que escojas. Porque es VUESTRO día, y el de nadie más.

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