Consejos para aprender a tocar el violín

Comparte este artículo

Tenía 16 años cuando decidí aprender a tocar el violín. Fue una decisión que sorprendió a casi todo el mundo. Nunca había mostrado un interés especial por los instrumentos musicales, pero algo cambió ese verano. Había visto una película donde el protagonista tocaba el violín de una forma tan apasionada que me dejó sin palabras. La forma en que lograba transmitir emociones con cada nota me hizo pensar: «Quiero hacer eso también». Además, siempre me había fascinado la música clásica, y escuchar piezas de Vivaldi o Tchaikovsky me llenaba de energía y calma al mismo tiempo. Así que un día me dije: «¿Por qué no intentarlo?». Y así empezó mi aventura con el violín.

Al principio, debo admitirlo, fue bastante frustrante. Todos saben que el violín no es un instrumento fácil. La posición del cuerpo, la tensión del arco, el manejo de las cuerdas… todo parecía complicadísimo. Pero poco a poco, con paciencia y algunos consejos que aprendí por el camino, las cosas empezaron a mejorar. Aquí comparto lo que me ayudó, con la esperanza de que también te sirva si estás pensando en aprender a tocar este maravilloso instrumento.

 

1º Empieza por lo básico, pero no te quedes ahí

Cuando empecé, lo primero que hice fue entender las partes del violín y aprender a sostenerlo correctamente. Esto puede parecer obvio, pero una postura correcta es crucial para evitar lesiones y tocar con comodidad. Practiqué durante semanas frente a un espejo para asegurarme de que mi postura era la adecuada. También me centraré en cómo sujetar el arco de manera que me sintiera cómodo, pero sin perder la tensión necesaria para tocar con fluidez. Una vez que dominé esto, pasé a trabajar en ejercicios básicos, como deslizar el arco sobre una sola cuerda manteniendo una presión constante y uniforme. Puede sonar aburrido, pero estos ejercicios sentaron la base de todo lo que vino después. Además, me permitieron empezar a desarrollar mi oído y a entender cómo ajustar el sonido según el movimiento del arco.

Lo importante aquí es no quedarte demasiado tiempo en lo básico. Una vez que te sientas cómodo con los movimientos iniciales, empieza a tocar piezas simples. Mi primera pieza fue «Twinkle, Twinkle, Little Star», y aunque suene sencillo, la satisfacción de tocar una melodía completa te motiva a seguir adelante. También es buena idea alternar entre ejercicios técnicos y melodías para no caer en la monotonía. Esto me ayudó a mantenerme entusiasmado y a construir confianza desde el principio.

 

2º Divide el tiempo de práctica en bloques

Uno de los errores que cometí al principio fue intentar practicar durante horas seguidas. Terminaba agotado y desmotivado. Entonces, empecé a dividir mi tiempo de práctica en bloques más cortos, de unos 30 minutos cada uno, con descansos entre medio. Esto no solo me ayudó a mantenerme concentrado, sino que también permitió que mi cerebro procesara mejor lo que estaba aprendiendo. Según estudios sobre el aprendizaje, las pausas regulares mejoran la retención y la consolidación de habilidades. Además, evitaba tensiones innecesarias en mi cuerpo.

En cada bloque, me enfocaba en algo específico: uno para la postura, otro para la afinación, y otro para trabajar en una pieza concreta. Esto hacía que mi práctica fuera mucho más eficiente.

 

3º Rodéate de buena música

Una de las cosas que más me motivó fue escuchar música constantemente. Creé una lista de reproducción con mis piezas favoritas de violín, como «El Invierno» de Vivaldi y «Méditation» de Thaïs. Escuchar a grandes violinistas como Itzhak Perlman o Hilary Hahn no solo me inspiraba, sino que también me ayudaba a entender cómo debería sonar el violín. Muchas veces, trataba de imitar el estilo y la expresión que ellos ponían en sus interpretaciones.

También descubrí que escuchar diferentes géneros musicales donde el violín tuviera protagonismo, como bandas sonoras de películas o piezas contemporáneas, ampliaba mi comprensión del instrumento y me daba nuevas ideas para experimentar con mi propio estilo. Con el tiempo, noté que esto mejoraba mi oído musical y mi capacidad para interpretar piezas con más sensibilidad y confianza. Rodearme de buena música no solo me mantenía inspirado, sino que también se convirtió en una forma de aprender de los mejores sin siquiera darme cuenta.

 

4º Contacta con profesionales

Cuando llevaba unos meses practicando por mi cuenta, me di cuenta de que necesitaba orientación. Fue entonces cuando descubrí la escuela de música Piccolo Betera, en Valencia. Había leído que eran famosos por sus métodos de enseñanza exclusivos, así que decidí contactarlos. Desde el primer momento, me impresionó el enfoque que tenían.

Uno de los consejos más útiles que me dieron fue el uso del «método de segmentación». Que consiste en dividir una pieza musical en secciones pequeñas y practicar cada una por separado hasta dominarla. Por ejemplo, si estaba trabajando en una melodía, la dividía en frases cortas y repetía cada una varias veces antes de pasar a la siguiente. Esto me ayudó a perfeccionar cada detalle y a construir confianza poco a poco.

 

5º La importancia de la rutina

Al principio, una de las dificultades más grandes que enfrenté fue establecer una rutina constante. La tentación de procrastinar siempre estaba presente, y las distracciones eran muchas. Sin embargo, pronto me di cuenta de que la práctica de un instrumento no era algo que pudiera dejar al azar, sino que requería disciplina y constancia. La única manera de avanzar era comprometerme con el proceso, y para eso, era necesario crear una rutina diaria.

Decidí que, al menos 45 minutos cada día, serían dedicados al violín. Lo más importante fue que traté de hacerlo siempre a la misma hora, como si fuera una cita inamovible en mi agenda. Al principio, me costó un poco mantener esta disciplina, pero con el tiempo se convirtió en un hábito que ya no necesitaba esfuerzo. Esta regularidad no solo facilitó el aprendizaje, sino que también me permitió medir mi progreso con más claridad. Cada día, al comenzar, sentía que estaba construyendo una base sólida que, aunque pequeña en ese momento, se iba sumando enormemente con el paso de los días.

Además, me aseguré de que mi entorno fuera el adecuado para practicar. Tener un espacio tranquilo, ordenado y bien iluminado hizo una gran diferencia. No se trata solo de contar con una buena acústica o una silla cómoda, sino también de crear una atmósfera que te invite a concentrarte y a disfrutar del proceso. Este espacio se convirtió en mi refugio, un lugar donde podía desconectarme del mundo exterior y sumergirme completamente en la música. Sin la rutina diaria y un entorno propicio, habría sido mucho más difícil mantener el enfoque y la motivación a largo plazo.

 

6º Grábate tocando

Uno de los trucos que más me ayudaron fue grabarme mientras practicaba. Al principio me daba vergüenza escucharme, pero pronto me di cuenta de que era una herramienta valiosísima. Las grabaciones me permitieron identificar errores que no notaba mientras tocaba y también observar mi progreso a lo largo del tiempo. Ver cómo mejoraba semana tras semana era una gran motivación para seguir practicando.

 

7º Ten paciencia contigo mismo

Aprender a tocar el violín no es algo que pase de la noche a la mañana. Al principio, me frustraba mucho cuando no me salía una nota o cuando una pieza me parecía imposible. Ver a otros avanzar más rápido solo hacía que me sintiera peor. Pero con el tiempo, entendí que no se trata de apurarse, sino de disfrutar el proceso. Aprendí a valorar cada paso que daba, aunque fuera pequeño. Algo tan simple como tocar una escala sin errores o conseguir que una melodía suene bien me daba un orgullo tremendo y me empujaba a seguir practicando.

También entendí que los errores no son el fin del mundo, sino parte de aprender. En vez de deprimirme cuando algo salía mal, trataba de ver qué había hecho mal y usarlo como algo positivo para mejorar. Analizar mis fallos me ayudaba a darme cuenta de en qué necesitaba trabajar más. Cambié mi mentalidad, y eso hizo que todo fuera mucho más llevadero. Ahora soy más paciente conmigo mismo, y eso hizo que mi experiencia con el violín fuera mucho más divertida y satisfactoria, porque me dejé de preocupar por la perfección y empecé a disfrutar del proceso.

 

8º Encuentra tu inspiración

Finalmente, creo que lo más importante es encontrar lo que te inspira. En mi caso, era la música clásica y el deseo de poder interpretar mis piezas favoritas. Pero también encontré inspiración en las historias de otros músicos que empezaron tarde y lograron grandes cosas. Recordar por qué empezaste te ayudará a mantenerte motivado incluso en los momentos difíciles.

Aprender a tocar el violín ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. No solo me enseñó música, sino también disciplina, paciencia y perseverancia. Si estás pensando en empezar, mi consejo es que te animes. No importa tu edad ni tu nivel de experiencia previa; lo importante es disfrutar del viaje y aprender algo nuevo cada día. ¡Mucha suerte!

Compártenos